Tuesday, December 22, 2009

De crema me vestí… en el 87… desde entonces mi vida transcurrió muy feliz


(Este post empezó a ser escrito el mismo domingo 13 de diciembre del 2 009... y por eso los saltitos en el tiempo... espero sepan disculpar la demora de esta semana y dos días... con este post simplemente... se me salió el hincha).

Eduardo Luna Garrido, tú eres el único culpable del sentimiento que hace que mi pecho esté quemando en este instante. Te responsabilizo totalmente a ti de haber transformado mi vida aquel ya lejano cuarto grado escolar mío en el Colegio Salesiano de Breña… aunque no me haya dado cuenta en ese momento a mis tiernos nueve añitos (curiosamente la misma edad que hoy ostentan los párvulos que tengo a cargo de formar… o deformar). ¡Sí señor! Es por ti que en este preciso instante estoy vestido de la manera como estoy con los colores que son tan caros para mí y con esa sagrada vocal ‘débil’ en el pecho… que hoy demostró una vez más ser realmente la letra más fuerte de todas. Es algo así como la emperatriz de los fonemas, la reina del alfabeto y, a partir de hoy, la dueña del campeonato peruano.

Solo al acordarme de esta (buena) influencia - que fue tan determinante en mi vida – me pongo a temblar en la responsabilidad social que tengo con mis alumnos. ¿Cuántos de ellos ya se han declarado admiradores de Monty Python, de Twilight Zone, del Narrador de Cuentos y del Barcelona FC debido a mí? ¿Estará mal ser tan apasionado con mis aficiones que les estoy lavando directamente el cerebro a mis niños? Al menos tengo la completa seguridad de no estar enseñando nada malo, negativo o perjudicial (aunque alguien me pueda decir que ni el humor británico o el fútbol o las historias inteligentes de suspenso sean precisamente beneficiosos), así que me quedo más tranquilo. Ya sé, mejor finalizo con esta digresión sobre mi carrera actual como profesor de cuarto grado para volver a cuando yo era un chiquillo de cuarto grado.

Eduardo Luna fue de lejos mi profesor favorito en primaria. Nunca olvidaré el día que me preguntó si yo quería ser su secretario (propuesta a la que asentí encantado) ni tampoco aquella jornada en la que mi mamá me dijo que le quería decir a él para que sea mi padrino de primera comunión (propuesta que él aceptó encantado). Recuerdo su pinta flacuchenta e intelectual así como su agradable carácter como educador. Su hermano Abraham se dedicaba a la misma profesión pero en la otra sección (siempre en el Salesiano tuvimos A, B y C para cada año escolar) y el profe que completaba la trimurti era Luis Torrealva. Este último siempre venía a ‘pelearse’ con mi profesor por los motivos y temas más recojudos del planeta… que, por supuesto, eran graciosísimos para todos nosotros, infantes que no sabíamos mucho del mundo.

Y su tema favorito para bronquearse era aquel que el gran Jorge Valdano definió como ‘lo que es lo más importante entre las cosas menos importantes’, es decir el fútbol.

Todo empezó como jugando ya que una mañana como cualquier otra, Eduardo Luna nos mira de manera medio socarrona y nos interroga a quemarropa: ‘¡Quiero saber en este preciso instante quien es hincha del Alianza Lima!’ a lo que varios levantaron la mano entusiasmados. Luego dijo ‘¿Y quiénes son hinchas de la U?’ produciendo otro grueso grupo de manos arriba. Con mucha vergüenza yo tengo que confesar que mis conocimientos del fútbol peruano o internacional eran nulos ya que mi familia era 0% futbolera (nomás mi abuelito me dijo años después que era hincha de la UTC de Cajamarca, pero al principio no le entendí muy bien) y no tenía ningún modelo de quien ‘heredar’ el hinchaje. Por eso fue que – nuevo instante vergonzoso antes de seguir escribiendo – yo elevé mi manito después de la primera interrogante (afirmando, sin saber lo que respondía, que yo SÍ era seguidor de los del AL). La reacción de mi querido maestro me dejó congelado y cambió (o dirigió, mejor dicho ya que no había nada que cambiar) mi manera de pensar:

- Si es que son hinchas del Alianza Lima quiero decirles en este momento… ¡que están jalados de año (desaprobados o reprobados, fuera del Perú)!, pero en cambio si son hinchas de la U, tendrán las mejores notas.





Se me viene a la cabeza una frase bíblica (Génesis 25): ‘Y vio Dios que era bueno’ (luego de supuestamente haber creado el mundo, las plantas, los animales, etc.). En este caso, y refiriéndome a mí mismo en tercera persona, diría ahora: ‘Y vio Juan Manuel, o el niño Carpio, que era bueno’.

Me refiero a que me en ese momento comprendí que ser hincha de la U era bueno.

Y ese fue el día en que me hice oficialmente hincha de la U.

Lucho Torrealva era aliancista y los diálogos con el Sr. Luna eran muy divertidos. Evidentemente, los minigrones de mi salón adoraban más al profesor ajeno que al propio y todos gozaban con las maleteadas que se daban ambos.

(1987 fue un año muy lamentable para el pueblo de Alianza Lima pues sufrieron la pérdida de su equipo completo en un desgraciado accidente de avión regresando de Pucallpa a Lima… pero uno de los pocos que se salvó por estar lesionado – y no viajar – fue el juvenil Juan Máximo Reynoso… quien hoy sacó campeón a la U frente a quienes lo formaron).

Sin embargo, mi buen profe habría estado muy decepcionado de mí por los siguientes poco más de cinco años ya que fui solo un hincha crema de nombre. Seguí ignorante del mundo del fútbol y sin saber a qué se dedicaban tal o cual equipos. Una parte de mi mente (tendré que preguntarle a mi tía Anita si es que sería el subconsciente o el inconciente) escuchaba de reojo que la U campeonaba en ese 87 después de la triste muerte del plantel aliancista (es que ellos venían punteros e imparables). Después de eso, Universitario de Deportes volvió a ganar el título en el 90 y en el 92 (con la misma y permanente ignorancia mía).

No crean que esa ignorancia me persigue hasta hoy: sé perfectamente que fuimos campeones también en el 93 (como que mi equipo me malacostumbró a mucho triunfo) pero hubo algo que cambió en gran magnitud mi percepción del fútbol (deporte que ni seguía ni practicaba hasta ese momento): aquel fue el año en que empezaron a pasar por televisión los partidos del Campeonato Descentralizado.

Y ya no fui más el niño pequeño que renegaba cuando prendía la tele para ver dibujos y se encontraba con fútbol mundialista o de la Copa América. Empecé a prestarle atención a mi torneo más doméstico… especialmente después que en el segundo Clásico del año (y de visita en Matute), Universitario de Deportes le ganó 1 a 0 al rival de siempre, Alianza Lima, con un espectacular cabezazo de Ronald Baroni (un gol inolvidable).







Quisiera llenar la página de videos de Clásicos en los que salimos victoriosos. Me encantaría colgar el golazo de Grondona del 2000 cuando ganamos 4 a 1, pero no me quiero adelantar. Decía que recién cuando acababa la secundaria me prendé de este hermoso deporte. También me ayudó mucho vivir la euforia del mundial de EE.UU. del 94 con la gente del cole (gozando de los partidos por las tardes mientras hacía mis tareas) y llenar por primera vez mi álbum de figuritas, pero la experiencia de ver como en el Perú el otro rival, Sporting Cristal, salía campeón por tres calendarios seguidos (94, 95 y 96) medio como que me traumatizó.

Para colmo, el siguiente año Alianza Lima rompió una horrible (risible para los cremas) racha de 18 años sin títulos y se coronó campeón del Torneo de 1997.

Ya para entonces yo era un hincha ferviente y debo mencionar aquí como influencia a mi amigo Miguel A., compañero de universidad y de carrera y gran camarada. En el 95 (mi primer año en la universidad) había ido por primera vez al estadio (con él) a ver los colores de la U en acción precisamente durante un Clásico (cuando había pisado el coloso del José Díaz antes había sido por actividades más relacionadas al deporte escolar). Me quedé con la chapa de ‘salado’ por el resto del año: perdimos 1 a 0 contra Alianza (golazo impresionante de tiro libre de Marquinho frente a Celso Guerrero en el arco sur) y yo le venía requintando a Miguel todo el camino de ida al Estadio Nacional que no me quería conformar con un triunfo 1 a 0 porque el primer partido del año habíamos sido derrotados miserablemente por 6 a 3 en Matute (la derrota más humillante, a nivel nacional, de la que he sido hasta ahora testigo). Meses después volvimos a asistir a un nuevo Clásico en el mismo estadio Nacional… y volvimos a caer por el mismo resultado de 1 a 0 (esta vez con un gran gol de fuera del área de Jorge ‘Loverita’ Ramírez, quien colgó al chato Hector Martin Yupanqui en el arco norte). Ambas derrotas las viví y las sufrí en tribuna norte a una respetable y prudente distancia de la Trinchera.

PERO… aquel 95 terminó con el Sporting Cristal como bicampeón - y con la U y Alianza Lima empatando como segundones - (ya sé… no muy halagadora la etiqueta) y puesto que se necesitaba definir al subcampeón nacional, que sería el otro clasificado a la Copa Libertadores… se tuvo que jugar el último clásico del año… o sea el quinto. Para estos efectos junté al grupo de cachimbos sanmarquinos más íntimos en mi casa (destacando los gritos destemplados de Jimmy en el lado blanquiazul y de Miguel en el crema) y gozamos y excitamos frente a mi vieja tele. Después de un calendario malísimo en Clásicos para mis colores, esa noche pude volver a gritar la victoria frente a los de La Victoria. Nos llevamos el triunfo en el Clásico más importante de todos con un gran gol del capitán Roberto Martínez Vera Tudela en el minuto 39 del segundo tiempo. Esa noche, él se despidió de la U como los grandes, abrazando a sus hermanos putativos, el ‘Puma’ Carranza y el ‘Chemo’ del Solar.






El subcampeonato estuvo simpático/anecdótico y nada más, pero no sería hasta el 98 en que empezaría a tocar la gloria con la plena conciencia de idolatrar los colores más bellos de mi país. Ya era casi un lustro el que la U no tenía títulos (desde el 93). Este tuvo que venir de Argentina, en donde tanto parrillero nace y se cuela en nuestro fútbol. Como una de las honrosas excepciones, Osvaldo Piazza, quien había sido mano derecha de Carlos Bianchi en Boca Jrs. llegó al Perú y desde el principio marcó la diferencia: combinó la potencia de un juvenil del Vélez Sarfield llamado Mauro Roberto Cantoro – y aquí me pongo de pie porque, solo con la mitad de una temporada, puedo decir que es uno de los jugadores más extraordinarios que jugó por mi club – con la seguridad de Falashi, un zaguero central y con todos los juveniles que ese año él promovió al primer equipo. ¿Nombres? ¿Se acuerdan de ‘Polvorita’ Carrión y cuántos partidos salvó? ¿Y adivinen cuándo fue que Marko Ciurlizza salió a la luz? (años después se iría a la tienda del frente a decir que siempre fue aliancista).

Por eso fue que ese año la U se llevó el campeonato en dramática definición por penales contra el Sporting Cristal. Perdimos la ida por 2 a 1 pero repetimos el mismo marcador, esta vez a favor, en la vuelta.















El torneo Apertura se ganó claramente con Mauro Cantoro marcando la pauta de juego crema siempre (hasta que fue miserable y cobardemente lesionado en la cancha del Deportivo Pesquero en Chimbote por un jugador hijo de puta dirigido por un técnico aún más hijo de puta… y de cuyos nombres prefiero no acordarme). Perdimos a un monstruo en la cancha pero apareció otro llamado Eduardo Esidio, brasileño que había jugado por el Alcides Vigo la temporada anterior y de quien se había conocido – poco después de firmar por Universitario – que era portador del virus VIH. Cuando los directivos de la U supieron de su mal no quisieron respetar su contrato, pero después de que la noticia se filtró a la prensa se tuvo que aceptar al jugador. ¿Cómo rindió este hombre? Batiendo los records de máximo goleador extranjero y segundo del mundo… siempre en Universitario (posteriormente pasaría al AL pero sin pena ni gloria pues hasta falló un penal en un Clásico contra nosotros).

Y sería muy largo y trabajoso narrar cada detalle de ese histórico primer tricampeonato merengue: los títulos de 1998, 1999 y 2000 me hicieron inmensamente dichoso. Quizás después busque todos los videos de cada uno de esos triunfos. El 99 fue testigo tambi’en de dos finales, esta vez no contra el Cristal sino contra Alianza. La ida la ganamos categóricamente superior (¡ay que rico!) por 3 a 0 con goles de Esidio, Farfán y el ‘Chemo’ Del Solar… y nos dimos el gusto de dar la vuelta en Matute en el segundo partido (aunque perdimos por 1 a 0). El 2000 campeonamos en nuestra casa, el Monumental de Ate, con una estupenda y perfecta goleada de 5 a 0 frente al Aurich. Tantas veces tocamos la gloria que nos malacostumbramos de nuevo.

Y es por eso que esta semana sabe a tanto… es por esa sequía que duró nueve años que hoy exploto y mi corazón no me cabe en el pecho. Desde el 2000 vimos triunfar a otros, guardando un respetuoso silencio frente a las virtudes ajenas o a los errores propios. Tuvo que llegar diciembre del 2009 para volver a ser felices, para saber que de nuevo somos los mejores del Perú. La U es campeón otra vez actualmente y mi equipo me encuentra muy lejos de casa, convertido en un hincha más veterano pero con la misma hambre de victorias que podría tener un niño pequeño. Universitario de Deportes me ha devuelto la sonrisa y la fe. Me hace sonreir escuchar a los expertos deportivos mencionar a cada rato que en estas dos finales frente a los aliancistas solo hubo un equipo que mereció el título. ¿Tenemos defectos? Demasiados. Nos falta el jugador desequilibrante arriba que las meta todas. Ya no hay Esidio o un ‘Pirata’ Czornomaz que defina un partido en segundos con clase. Sin embargo, es un equipo de verdad, una entidad que no depende de individualidades. Tenemos nombre importantes como el de Solano en el campo, pero con o sin él la U es la misma. Ya se encargarán de leer en otros medios la grandeza de nuestra defensa (te amo, ‘Negro’ Galván) o lo superlativo de nuestro arquero (te idolatro Raúl Fernández). Esta es solo una reseña de mi hinchaje, no un análisis de eruditos…

… pero tengan por seguro que si llega ese momento mágico en que levantemos la Copa Libertadores de América (a la que llamamos nuestra obsesión), en un futuro cercano o lejano… nadie se librará de mí y tendrán a Jotita escribiendo de la U hasta en la sopa.

Mientras tanto, Y Dale U, señores… y a seguir festejando. Hasta luego, campeones...

J