Saturday, October 3, 2009

Un Gato en la oscuridad (1 977-2 009)

Esta es una crónica que debió hacerse pública (o al menos parte de ella) la primera semana de junio de este año.


A pocos días de cumplir los siete años de edad (abril de 1 985) mi familia decidió cambiar el rumbo de mi vida al inscribirme en el Colegio Salesiano de Breña (más exactamente en el Colegio Parroquial de Varones María Auxiliadora, tal y como era conocida la versión ‘primariosa’ de esa época) después de haber hecho el primer grado en el pequeño, pero pintoresco colegio particular ‘La Merced’, ubicado en el óvalo Varela. Entré al segundo grado, sección C y mi primera profesora en el nuevo plantel se llamó Graciela Dall’Orso. Ella duró solo algunas semanas porque, en circunstancias que siempre desconoceré, fue cambiada casi inmediatamente por otra señorita (cuyo nombre he olvidado por completo), que duró dos o tres días, y finalmente por Juana Cerna Maguiña (que sigue en el mismo trabajo, según oí hace muchos meses).

Lo que me sí duró para siempre es una amistad que quiero recordar hoy.

Pasé de un colegio mixto particular que funcionaba en una casa muy antigua a un gigantesco (percepción propia de mi infancia) centro educativo católico ocupado solo por estudiantes varones. Dejé de observar fascinado a las niñas (especialmente a una llamada Judith) para reírme y, a veces, asquearme de las pachotadas que mis compañeros de salón hacían (siempre hubo gente de muy escasa educación, a quien escupir les parecía algo divertido). Mi recreo dejó de ser solo para primer grado en un patio diminuto (había turnos debido a las dimensiones del mismo) y se convirtió en un espectáculo de varias edades. Las horas del día ya no fueron compartidas con 20 alumnos y alumnas sino con 55 enanos de mi mismo género y número. Uno de ellos se me acercó la primera semana de clases a decirme:

- ¡Quéeee boniiiiiiiiiiiiiiiiiiiito! ¿Tú lo hiciste?

Antes que fijarme en la persona que se dirigía a mí traté de entender la pregunta: al frente tenía uno de mis cuadernos abiertos (probablemente el de ciencias sociales, pero la memoria no me da para tanto) mostrando uno de los bellos y tantos dibujos que mi madre me hacía en el cuaderno para presentar (ocurre que, no obstante soy hijo de artistas plásticos, siempre fui un negado para el dibujo así que ella acudía al rescate). Por supuesto, ¿cuál es la única respuesta que se espera de un párvulo de segundo grado?

- Sí, claro. ¡Yo lo hice!

Cuando levanté la cabeza me fijé con curiosidad en el, asimismo, curioso alumno que miraba con tanta admiración ‘mis’ obras maestras. Yo pasé página tras página del cuaderno para mostrarle lo bien que dibujaba y no sé hasta cuando me duró el engaño. El asunto es que ese fue mi primerísimo contacto con el niño Vega Díaz. Su rostro era extraño y tenía la cabeza medio cuadrada – una versión infantil de ‘Frankestein’ – pero recuerdo que tenía unos ojos azules inquietos y una piel bastante como de ‘gringo’.

Esa característica suya fue la que llevó a Percy Díaz Alegre, nuestro profesor del tercer grado (y quien repetiría el plato en quinto), a bautizarlo como ‘Ojos de Gato’. Apuesto a que nadie recordaba eso: el origen de ese sobrenombre que posteriormente (secundaria) se acortaría a solamente ‘Gato’.

¿Fuimos amigos? Sin duda que fuimos los mejores camaradas. Era un individuo divertidísimo y demasiado demente y alborotado. Si digo que todo lo veía chiste y ya era exageradamente payaso mucha gente me increpará ‘¿Y que puedes hablar si el payaso eres tú?’… No, no, no… no hay manera de que me entiendan si es que no lo llegaron a conocer. Juzguen ustedes si es que su estilo cómico y vulgarón cambió algo con los años:

1. Caso 1 (2do grado C): “¡Carpio, Carpio! Escucha la canción que inventé: ‘Poto, caca, pichi, pedooooooooo… tofi, sopa, diarreaaaaaaaaaaa…’”
2. Caso 2 (6to grado C): ‘¿Quién me rasca el huevoooooooo? ¡A 100 intis la rascada!’
3. Caso 3 (1er año B y con tonadita de Gloria Trevi): ‘¡Voy a traer el huevo suelto! ¡Voy a hacer siempre lo que quiero!’
4. Caso 4 (3er año C y ante los pedidos de otros entusiastas integrantes de mi promo): ‘¡Gato, gato! ¡Córrete la cabeza!’ El susodicho se empezaba a frotar con cuatros dedos de cada mano a ambos lados de la cabeza y se metía una soberana ‘corrida’ de parietales que asemejaba una común y mortal masturbación masculina… a los pocos segundos él contenía la respiración, se ponía rojo entre sonidos ininteligibles, enrevesados, indescifrables, guturales, impenetrables, incoherentes… y, sacando la lengua en punta, escupía gotitas de saliva al frente mientras exclamaba (con toda la bocaza abierta) ‘¡Ahhhhhhhhhhhhh!’ con un placer tal que daba envidia de solo mirar.
5. Caso 5 (en octubre de 1 999 y cuatro años después de terminar el colegio): Con motivo del cumpleaños del Gato, a quien conocí como Pepe a partir de primero de media y como Alex a partir de que él me dijo que no lo llame Pepe, me fui para su casa con mi, entonces, enamorada C. Durante el camino, me entretuve contándole mil y un anécdotas a ella en la que le ponía muy en claro que conocería en pocos minutos al ser humano más quemado de la Tierra. Lógico, ella, que siempre fue muy centrada y pensaba lo mejor de la gente, me respondió: ‘¡Ayyyyyyyyy J… eres un exagerado! No creo que sea tan loco como dices…’ Cuando llegamos a la casa, unas amistades del cumpleañero nos abrieron la puerta y nos hicieron pasar. Ya sentados en el sofá y mientras esperábamos por él, le advertí por última vez: ‘Mejor estate preparada…’ pero no me hizo caso. Cuando Alex salió de la cocina (es que ya estaba estudiando para cheff y había prometido cocinar para sus amigos) se dirigió a mí con una cara muy seria, así que le dije contento y listo para darle un abrazo ‘¡Hablaaaaaaa mujer, feliz día! Mira… te voy a presentar a mi enamorada Carl…’ pero fui brutalmente interrumpido por un empujón mientras me empezaba a gritar: ‘¡Oye ESTÚPIDAAAAAAAA!… quien es esta fulana, ¿ah?... ¡¡¡CARAJO contéstame quien CHUCHAAAAAA es estaaaaaaaaa!!! ¿Tantos años perdidos para que me traigas UNA MUJER a mi propia casa? ¿Es que ya NO vamos a hacer estas COSAS?’ y se me puso al frente en posición ‘zandungueo’ mientras empezaba a bailar como vedette de Risas y Salsa (como quien puntea a una chibola en el micro… ahhhhhhh… esos tiempos en que subía a los micros). Ya se imaginan el trauma que sufrió mi pobre flaquita… pero le terminó cayendo muy bien.

(Por cierto, mientras todos los invitados ansiábamos degustar de algún exquisito y exclusivo platillo, alguna novedad salida de las más selectas aulas culinarias o una nueva creación producto de un genial cheff… el huevonazo cocinó la clásica de los cumples en el Perú: carapulcra…)

¿Fuimos enemigos? Sin duda que siempre existió una rivalidad para ver quien era el más payaso, no frente a los demás sino entre nosotros (aunque debo decir que yo era mucho más inocentón que él), mas era una competencia sin deslealtades, sin mala leche (era pícaro pero sano si es que esa combinación es posible). Lo que sí recuerdo es que sus y mis terquedades produjeron desencuentros desde que fuimos unos chicos con dientes de leche. Tanto fue así que mi profe de 4to grado y padrino de primera comunión, Eduardo Luna Garrido, les llegó a decir a mi mamá y a mi tía:

- Es que J… y Pepe se pelean todo el día y ya no sé que hacer… los trato de amistar y no quieren. Por eso los separo de sitios, los alejo pero en el recreo ya se están buscando.

Yo creo que él era el que me buscaba, pero él decía que era yo.

Y ya que hice una lista de sus gracias, ¿por qué no de sus (o más bien ‘mis’) desgracias?:

1. Caso 1 (2do grado C): Mis frunas multicolores desaparecieron de mi lonchera y por alguna razón yo sabía que el culpable era el niño Vega Díaz. Cuando fui a acusarlo, él se defendió con pasión (y yo seguía chillando que quería mis frunitas) pero pronto confesó. Lo obligaron a que me traiga una al día siguiente para compensarme por su mala acción, pero no hubo final feliz por dos razones. La primera es que me devolvió la fruna pero era de menta (¡guácala!) y la segunda es que prácticamente me dijo ‘¿Me invitas?’ y se agarró una y se fue corriendo.
2. Caso 2 (3er grado C). Los baños de primaria del Salesiano eran cosa seria. Felizmente, nunca (bueno, solo en tres ocasiones) tuve que usarlos para otra cosa que fuera una simple y llana micción (las tres veces que tuve que hacer otra cosa fueron ocasiones traumáticas por lo antiguo de las instalaciones… allí todavía se podía usar la expresión ‘jalar la cadena’ en vez de ‘bajar la palanca’). Un día, pedí permiso muy educadamente para ir a desplegar mis manantiales y ya cuando estaba en esos menesteres, escuché la voz de mi mejor amigo y mi Némesis al mismo tiempo. No sé si nos dijimos cosas ni recuerdo si nos dimos manotazos. Lo que sí tengo perfectamente en la memoria es que él salió corriendo delante de mí y al atravesar la puerta la cerró con la mano. ¿Resultado? Un muy triste niño se quedó encerrado en ese puto baño por más de media hora (la puerta era de las antiguas y solo se abría con llave). En este momento tengo dos preguntas que formular a mi estimado profesor Percy Díaz: Entiendo que era un aula con un montón de infantes, pero… ¿Cómo mierda no se dio cuenta antes que yo no volvía al salón? y ¿Cómo carajo nadie quiso mear ni cagar en tanto tiempo en NINGÚN salón de ese piso?

Anécdotas hay demasiadas y. como dice mi buen amigo Mathariel, darían para llenar un libro. Los años pasaron pero la amistad con el Gato creció, ambos maduramos (bueno…), nos juntamos con otras gentes, tuvimos en el mismo colegio - ya en la secundaria - deferentes círculos íntimos. Él paraba más con otros muchachos y yo hacía lo propio. Sin embargo, siempre nos volvíamos a juntar (especialmente en su casa y con el gordo Jose Luis Quiroz), aunque sea para hacer la tarea. En esas ocasiones el chongo simplemente se explayaba.

Nos peleamos muchas veces, a veces porque él era muy terco (incluso una vez lo invité a la Feria del Hogar y él nomás quería decidir por donde ir así que nos abrimos… y yo era chibolazo) y otras veces porque yo era muy duro (como cuando le decía que era un idiota por sufrir por su enamorada – una chibolita con la que estuvo por mucho tiempo – y tratar mal a su mamá). Nos comunicábamos de tiempo en tiempo, eso sí.

En el 2 002 yo me vine a vivir definitivamente a Texas después de una estancia de meses en Colorado. Cuando supe que Alex estaba en Florida empezamos a comunicarnos seguido. Él siempre preguntaba como estaban las cosas y las posibilidades de trabajo en ‘mi’ zona pero nunca podía concretar planes de mudanza ya que se le vencía la estadía de seis meses, propios de un turista.

Dos años después ocurrió un golpe fuerte en sus planes laborales: su visa de turista fue anulada cuando no supo explicar por qué tenía tantas entradas y salidas a los Estados Unidos. Cuando los gringos te ponen la cruz ya estás hecho, así que no hubo nada que alegar. Yo me enteré de eso estando en Lima y hablando por teléfono con su mamá, quien muy adolorida me decía que su hijo la culpaba por tan desafortunado incidente (por instarlo a renovar su visa cuando todavía le quedaban algunos meses de vigencia). No me comuniqué más y no nos llegamos a ver. Hoy lamento mucho esa inacción mía.

Supe poco tiempo después que el popular ‘Chicodoce’ (su afamado sobrenombre en distintas páginas) había vuelto a emigrar, esta vez a Costa Rica. Estos últimos años nos llegamos a comunicar con cierta distancia entre correo y correo pero jamás olvidábamos los onomásticos. Obvio, con mensajes llenos de vulgaridades y mariconadas y en donde nos deseábamos el uno a otro que haya muchos negros en la celebración. Eso sin mencionar las conversas en el Messenger, ya apoteósicos homenajes a la procacidad.

La última vez que hablé ‘en vivo’ con mi buen amigo me contó que estaba poniendo una cevichería muy cerca de su casa y yo le dije entusiasmado que tendríamos que juerguear cuando yo llegara, que la llenaríamos de mujeres y que se haría un fiestón. El acuerdo estaba oleado y sacramentado… pero nunca se llegaría a dar en la práctica. Posteriormente me escribió para saludarme por mi cumple en la fecha equivocada (6 de abril en lugar del 11) así que le escribí a mi vez para mandarlo diplomáticamente a la mierda. Eso fue todo.

Noches después de comunicarme con muchos de mi promo y escribir una pequeña crónica por el 24 de mayo, aniversario de la Virgen María Auxiliadora, recibo un correo electrónico de Mario Osejo (amigo y compañero de colegio y cercanísimo amigo de Alex) a la 1:16 AM de una incipiente madrugada de lunes:

Juan Manuel (loquito), Josema, José;

Tengo una mala noticia que darles, nuestro amigo de la promoción del colegio José Aleixandre Vega Díaz (Pepe / Alex) ha fallecido el día sábado, me enteré ayer por la noche (10pm domingo) y fui a verlo, lo están velando en el Velatorio del Hospital Militar "Virgen de las Mercedes", A la espalda del mismo, en la misma Av. De la Policía, Jesús María.

El velatorio abre desde las 8am, la misa de cuerpo presente será hoy Lunes al mediodía y de ahí será llevado a Huachipa para su entierro.

Espero que puedan ir a darle el último adiós, y brindar su apoyo moral a la Sra. Nery que está bastante afectada.

Nos vemos hoy Lunes, más tarde. Mario Osejo Marchino.

P.D: Avisen a nuestros compañeros para llevarles una lágrima o una cruz a nombre de la promoción 94. Q.P.D. Pepe

Tengo que seguir a mi sentido común antes que a las emociones. Los detalles de su partida no estarán aquí. Voy a ser consecuente con celebrar aquel ideal que tengo: celebrar la vida de la gente y no su muerte. Ya se dijo de sobra la manera como nuestro hermano nos dejó. Incluso un pasquín llamado ‘Ajá’ informó de manera mezquina los supuestos asuntos que llevaron al Gato a querer finalizar con los problemas.

Y yo sé que él está presente porque durante los últimos días he recibido varias notificaciones de correo con recordatorios de su natalicio. Sónico, Netlog, y Birthday Reminder son tres páginas que me llamaron la atención esta semana. Es cumpleaños del Gato.

¡Feliz día, mi querido amigo! Es raro escribir de esta manera. Me gustaría tenerte al frente para decirte que estás bien vieja y que los 32 años no te sientan bien. Quisiera poder decirte lo importante que eres para tus amigos y para tu familia. Ya no se puede pero al menos puedo dedicarte unas líneas para que nuestros amigos en común y la gente que no te conoció lo lea y aprenda más de ti a través de este blog.

Ojalá se pudiera ver el futuro o cambiar el pasado, ¿no? Así tantas cosas inesperadas se podrían evitar.

Descansa en paz, Gatito…

J

PD: Quiero agradecer muy especialmente a mi amigo Miguel Ángel Zúñiga, quien recibió un pedido mío y se lo tomó como misión: conseguir fotos del Gato en nuestros años escolares. Brother, te pasaste. Gracias por robarle tiempo a tus obligaciones para conseguirme esas imágenes. Sin ti, esto no habría podido ser escrito.